Sanar no es olvidar: Por qué recordar no es síntoma de no haber sanado

Conozco personas que son silenciadas por su propia familia cuando quieren recordar públicamente a un familiar fallecido. “Ya no hables de eso. Ya tienes que superarlo.” Como si el amor tuviera fecha de caducidad. Como si mencionar su nombre fuera una herida que se infecta en lugar de lo que realmente es: una forma de mantener vivo lo que nunca debería morir.

Esta presión social para “superar” el duelo surge del desconocimiento sobre lo que realmente significa sanar una pérdida.

Los mitos que nos lastiman

Hemos crecido con ideas sobre el duelo que, aunque bien intencionadas, pueden lastimarnos profundamente.

“El tiempo lo cura todo” – Mi experiencia me ha enseñado que el tiempo por sí solo no cura nada. Solo nos distrae y el dolor se queda ahí adentro, esperando. La sanación, he aprendido, requiere trabajo consciente.

“Ya deberías haberlo superado” – Una frase que duele porque asume que el amor profundo tiene cronómetro, que recordar significa que algo está mal en nuestro proceso.

“No es bueno recordarlo tanto” – Una idea que nos hace sentir culpables por mencionar su nombre, por conservar sus cosas, por incluirlos en nuestras conversaciones. Terminamos guardando silencio sobre quien amamos para no incomodar a otros.

Jorge Bucay, reconocido psicoterapeuta, lo explica bellamente: el duelo saludable no consiste en olvidar o dejar atrás, sino en aprender a recordar e integrar lo mejor de la relación con quien perdimos. La psicología moderna ha confirmado que quienes logran una sanación profunda son precisamente quienes encuentran formas sanas de mantener la conexión emocional con sus pérdidas.

Mi verdad cinco años después

Luis murió en mis brazos hace cinco años. A menudo me encuentro conversando mentalmente con él, sobre todo cuando se trata de decisiones sobre nuestros hijos. No es que “no haya superado” su muerte. Es que él sigue siendo parte de quien soy.

En los momentos importantes de los niños: sus cumpleaños, conciertos, graduaciones, logros… actúo como si estuviera aquí. En mi corazón, le cuento a Luis lo orgullosa que estoy, y físicamente comparto ese orgullo con Rafael. Busco esas miradas cómplices que solo los padres entienden, donde mi corazón automáticamente quiere decir “¿viste eso?” – y hay espacio para ambos amores.

Eso no significa que estoy “loca” o “atorada”. Es como cuando una madre hace algo y piensa ‘mi mamá estaría orgullosa’ – es una conexión natural con quien nos marcó profundamente.

Recuerdo su cumpleaños. Recuerdo el día que murió. Celebro su vida y la honro. No desde el dolor que me quebraba al principio, sino desde la gratitud de haber sido elegida para amarlo. Donde predomina la alegría de haber tenido ese amor sobre la tristeza de ya no tenerlo. Yo lo llamo amor integrado.

Todos los duelos merecen espacio

Y no hablamos solo de las pérdidas que el mundo reconoce como “grandes”. Cada pérdida, por pequeña que parezca, merece ser reconocida y sentida:

  • El parto que no fue como soñaste
  • La lactancia que no funcionó
  • El embarazo que se perdió a las pocas semanas
  • Tu vida social antes de ser mamá
  • El cuerpo que tenías antes
  • La relación de pareja que cambió
  • Los sueños que se transformaron

Si encuentras que ciertos temas te mueven profundamente, que sientes la necesidad de explicarte en redes sociales, que algo te resuena con más intensidad de la esperada… quizás ahí hay algo que pide ser escuchado. No porque “esté mal” sentir eso, sino porque tu corazón merece vivir en paz con tu historia.

El permiso que mereces escuchar

Te invito a darte permiso de recordar. Te invito a darte permiso de sentir. Te invito a darte permiso de hablar de quien ya no está. Te invito a darte permiso de extrañar lo que fue. Te invito a darte permiso de tomarte todo el tiempo que necesites.

Sanar no es olvidar. Sanar es aprender a convivir con la ausencia sin que te duela respirar. Es poder hablar de quien perdiste desde el amor y no solo desde el dolor. Es integrar esa experiencia como parte de quien eres, no como algo que tienes que “superar”.

Afirmaciones para reescribir el guión

Cuando sientas que “deberías haber superado ya” esto, repítete:

  • “Mi proceso de duelo es sagrado y válido”
  • “Recordar con amor es una forma de sanar”
  • “No necesito olvidar para ser feliz de nuevo”
  • “Mi dolor no tiene que caber en los tiempos de otros”
  • “Sanar es integrar, no borrar”

La invitación

Si hay algo en ti que necesita ser sentido, escuchado, honrado… permítetelo. No porque te quieras quedar en el dolor, sino porque la única forma de transformarlo es atravesándolo con compasión.

Tu duelo, por grande o pequeño que parezca, merece ser honrado.

Existen herramientas específicas que pueden acompañarte en este proceso – desde técnicas de liberación emocional hasta ejercicios de introspección que te ayuden a conectar con lo que realmente necesitas sanar. Pero tal vez el primer paso, el más importante, sea darte permiso de sentir sin cronómetro ni juicio externo.

Y si alguien te dice que “ya deberías haber superado” algo, puedes recordarle (o recordarte a ti misma) que el amor real no tiene fecha de caducidad. Que recordar no es síntoma de no haber sanado.

Es síntoma de haber amado profundamente.


El duelo es un territorio complejo que merece ser navegado con herramientas adecuadas y compañía compasiva. Si sientes que necesitas ir más profundo en este trabajo de sanación, en mi libro “Mujer Plena, Mamá Feliz” profundizo en estas herramientas de sanación y en cómo el duelo no trabajado afecta nuestra maternidad.

Soy Yendi, y mamá de 3 homeschoolers, autora de Mujer Plena, Mamá Feliz y fundadora de Love-U. Coach certificada que disfruta acompañar a mujeres hacia una maternidad consciente y feliz. Combino formación técnica, experiencia real y un enfoque que honra tanto la intuición como la neurociencia, libre de fórmulas y juicios.

Lo que dicen las mamás

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“Creo en la capacidad que tienes de encontrar tus propias respuestas.”

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